sábado, 6 de junio de 2015

Un café, por favor

3-Prohibición
Al día siguiente una nueva idea rondó por mi cabeza:contarles a mis padres la gran noticia. Estaba segura de que se extrañarían en un principio, pero que más tarde se alegrarían por mí;siempre lo hacían.
Por ello, aproveché que ese día estaríamos todos en casa para comentarlo. Una vez estuvimos reunidos en el salón intenté ser lo más directa posible  para acabar cuanto antes:
_Estoy saliendo con alguien.
Mis padres me miraron anonadados, como había supuesto, dejando claro que no habrían pensado que el tema se deslizaría por ese camino.
_¿Qué?- preguntó mi padre al cabo de unos segundos, aún en shock.
_Y...soy feliz- concluí rápidamente.No estaba muy segura de lo patético que habría sonado eso viniendo de mí,aunque tampoco me interesaba saberlo.Únicamente pretendía suavizar la conversación.
_Me.. me alegro, supongo- dijo mi encantadora madre.-¿Y quién es el afortunado?-preguntó aparentando interés.Al parecer mis pésimos dotes para la actuación me vienen de familia.
No sabía que decir.Supuse que esperaban que se tratara de un chico, pero no lo era. Si les decía la verdad me arriesgaba a ser desahuciada y desheredada eternamente. ¿Qué era mejor, mentir para salvarme el pellejo o ser honesta y vivir debajo de un puente? 
_Es... Trabaja en una cafetería del Área. Hace muy buenos cafés.-expliqué al cabo de un rato. Como no me contestaban, proseguí con un suspiro:
_ Es amarga, pero encantadora. Estoy enamorada de ella como no lo he estado de nadie en mi vida. Soy consciente de que sonará cursi, pero me da igual, no me arrepiento de decirlo.
_¿Ella?- preguntaron a la vez.  Estaba claro que no le iban a dar importancia al empalagoso discurso.
-Em...si,supongo- contesté. Me estaba poniendo nerviosa.No sabía como escapar de aquel hoyo en el que me había caído.Había supuesto que se alterarían bastante,pero creía que a continuación de los gritos vendrían los abrazos, la alegría, los llantos...Así fue, en cierto modo, lo último.
Mi madre empezó a lloriquear como no la había visto en mi vida. Mi padre se paseaba por la habitación susurrando horrorosas preguntas retóricas como:¿ Qué hemos hecho mal? o ¿Por qué nos está haciendo esto a nosotros?
_Es camarera- repetí. Ahora sí que me estaba poniendo enferma. No sabía qué hacer, aunque entendía que ese argumento no ayudaría demasiado, al contrario. Mi padre se paró enfrente de mi madre y le dijo:
_ Hemos de actuar de forma rápida. Lo que siente nuestra hija no es amor, es una obsesión estúpida. ¡Cree sentir amor hacia esa chica cuando en realidad siente amistad!
_Padre... sé cuál es la diferencia.-protesté indignada.
_¡No!,¡No la sabes!Hay que llamar a un psiquiatra, él te ayudará.-hizo una pausa contemplativa y prosiguió- Y hasta que estés curada,¡ te prohibo salir de casa para ir a  verla!¡No volverás a ver a esa muchacha jamás!
¿Jamás?-pensé- ese término sí era eterno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario