lunes, 18 de mayo de 2015

Un café,por favor


En fin, supongo que tendré que retornar a mi historia, ya que si alguien está leyendo esta "carta" o " no carta" dudo mucho que le interesen mis divagaciones sentimentales.
Como decía, aquel no fue nuestro único encuentro.  Solía ir cada dos o tres días a tomar aquel exquisito café del que me hice fangirl. Mientras ella atendía a los cada vez más abundantes clientes, yo permanecía sentada en frente observando cada uno de sus movimientos: cogía una taza, la llenaba de café recién molido y lo complementaba con un curasán relleno de chocolate para ofrecérselo a las parejas que habían sacado a sus hijos a pasear mientras a estos les entregaba un helado de varios sabores, o agarraba unas latas de los estantes superiores para tendérselas a los estudiantes necesitados de bebidas energéticas, o preparaba algo para picar a los varones que se reunían allí para ver cualquier partido de fútbol lejos de sus alocadas esposas.
Yo la admiraba por todo el trabajo que hacía.Parecía ser la única empleada del local debido a que se encargaba ella sola de absolutamente todo, mañanas y tardes. No había día que descansara: ni festivos, ni fines de semana... Entraba a trabajar a las nueve de la mañana y salía a las diez de la noche, por lo que no tenía fuerzas para salir conmigo. También tenía un pequeño descanso para comer en el trabajo, pero apenas duraba unos veinte minutos. Nunca en mi vida había visto a alguien a quien explotaran tanto físicamente  en el trabajo y no se lamentara de ello, al contrario, disfrutaba de cualquier pequeño detalle sin esconder su brillante sonrisa, como si no se viera afectada por los síntomas del cansancio.
Confieso que en un principio me molestaba la idea de no poder verla más a menudo, pero pronto entendí que debía darme igual verla en una cita en un restaurante barato que en el bar preparando cafés. Yo la quería pese a las circunstancias,o supongo que sí lo hacía, pero ella no parecía sentir lo mismo en un principio. 
Durante un tiempo me derrumbé, pensando que no íbamos a llegar a ninguna parte, pero con el tiempo vislumbré algún atisbo de amor en sus azules ojos, y eso me hizo feliz, me sentí recompensada.
A partir de aquel instante ya no estuve dispuesta a esperar más, necesitaba proponérselo.

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